El plástico impreso en 3D que nace con propiedades magnéticas o eléctricas

Proyecto colaborativo AMELEC

El plástico impreso en 3D que nace con propiedades magnéticas o eléctricas

Dentro de la tecnología de fabricación aditiva se han registrado destacables hitos en los últimos años. Ahora bien, tanto en NAITEC como en la UPNA creen que todavía quedan importantes oportunidades por explorar. Así nació Amelec, un proyecto centrado en el desarrollo de plásticos impresos en 3D que nacen con propiedades magnéticas o o capaces de conducir electricidad. Todo ello en un único proceso, a través de una impresora 3D. La iniciativa está coordinada por ADItech, a su vez agente coordinador del SINAI, y cuenta con financiación del Ejecutivo foral.

Hasta hace apenas un par de años, cualquiera que aspirara a tener en su mano una impresora 3D debía respirar profundo y prepararse para desembolsar una generosa cantidad de dinero. Como suele suceder cuando los descubrimientos científicos se democratizan, el panorama actual resulta mucho más amable. Hoy en día, quien desea hacerse con uno de estos equipos puede encontrar referencias relativamente asequibles en el mercado desde 200 o 300 euros. De esta manera, la tecnología de fabricación aditiva -un proceso mediante el cual se van superponiendo capas de material hasta conseguir el diseño y la forma deseados- ya no es solo una realidad en la industria, sino que además está al alcance de quienes quieren experimentar en casa.

La primera impresora 3D vio la luz en 1981, cuando el Dr. Hideo Kodama presentó una máquina de prototipado rápido que curaba la resina mediante rayos láser. Un lustro más tarde, el estadounidense Charles W. Hull presentó la primera patente del proceso de estereolitografía, una de las primeras tecnologías de manufacturación aditiva. Han pasado cuatro décadas desde esos hitos iniciales, y los avances desde entonces se antojan incontables.

Sin embargo, algunos especialistas creen que la impresión 3D todavía puede sorprender al mundo con nuevos desarrollos. Ese es el caso de Maite Aresti, doctora en Ingeniería de Materiales y Fabricación y gestora de proyectos en la Unidad de Negocio de Mecatrónica del Centro Tecnológico de Automoción y Mecatrónica (NAITEC), e Iñaki Pérez de Landazábal, catedrático de Física de la Materia Condensada y profesor en la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

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